13 marzo 2007

Tres veces veinte para el veinte


José Borrell

Consejo Europeo del pasado 9 de marzo consiguió el acuerdo de los tres 20: 20% de energías renovables en el consumo energético final de la UE, 20% de reducción en las emisiones de CO2 (con respecto al nivel de 1990) y 20% de aumento en la eficacia energética... en el 2020.

El acuerdo ha sido saludado por Merkel, Chirac y Barroso como uno de los grandes momentos de la construcción europea, que coloca a la UE en la primera línea de la lucha contra el cambio climático. Pero lo mas difícil queda por hacer y quizá estemos de nuevo ante un acuerdo cuya unanimidad resiste mal su puesta en práctica.

El obstáculo que representaba la consideración de la energía nuclear ha sido sorteado hábilmente. La energía nuclear no puede ser considerada una energía renovable y no entrará explícitamente en el cómputo de ese 20%. Pero Francia, fuertemente apoyada por la República Checa, Finlandia y Eslovaquia, ha conseguido que se reconozca su papel en la reducción de las emisiones. Y de ello se derivará una menor exigencia a la hora de repartir entre los países el esfuerzo necesario para conseguir esos objetivos globales.

Y eso será lo más difícil. El acuerdo no implica que todos los países deban utilizar un 20% de energía renovable, sino la UE en su conjunto. La Comisión deberá proponer, de forma “justa y apropiada”, la contribución de cada país al cumplimiento de ese objetivo global. Los que recordamos cuán difícil fue acordar la evolución de las emisiones de CO2 de cada país, hasta el 2012, para cumplir con el objetivo global de reducción del 8% impuesto por Kioto sabemos que no será nada fácil.

Sobre todo, teniendo en cuenta que la UE, a la espera de la nonata Constitución, no dispone de competencias en política energética y que no sabemos si las decisiones legislativas que presente la Comisión deben aprobarse por unanimidad o por mayoría. Lo primero será muy difícil de conseguir y lo segundo no será aceptado por muchos países.

La situación inicial, 6,5% de energías renovables para el conjunto de la UE, está muy lejos del objetivo propuesto. La previsión más optimista para el 2010 no rebasa el 9%, lo que quiere decir que no se alcanzara el objetivo del 12% que fue asumido para ese año con igual entusiasmo que ahora.

Parece que al constatar que no se puede alcanzar un objetivo propuesto para una fecha que se aproxima, se anuncia otro más ambicioso para una fecha más lejana. Puede ser una huida adelante que haga olvidar el incumplimiento de compromisos pasados o una forma de poner más alto el listón para compensar mañana lo que no se consiguió ayer.

Por otra parte, las diferencias entre países son enormes, desde el escaso 1,5% de Bélgica y el Reino Unido, al 40% de Letonia o el 30% de Suecia, pasando por una horquilla central del 5-6% en la que se sitúan Alemania, Francia, España, Italia y Polonia.

La propuesta de reducir el 20% las emisiones de CO2 seria razonable si la UE cumpliese en el 2012 el objetivo de reducirlas el 8%, siempre con relación a 1990, al que le obliga el protocolo de Kioto. Pero hasta el 2004 las emisiones de la UE a 15 sólo se han reducido un 0,6% y el esfuerzo para cumplir en el tiempo que queda es enorme.

Hay algunos signos positivos, como el hecho que España haya reducido por primera vez su consumo energético a pesar de su fuerte crecimiento económico, o el extraordinario desarrollo de la energía eólica. Pero hasta hace poco la Comisión consideraba que sólo Suecia y el Reino Unido cumplirán los objetivos de Kioto. Curiosamente, se trata de un país con el mayor porcentaje actual de energías renovables y otro con el menor de ellos.

El espectacular éxito del Reino Unido (-14%, contra los -12,5% previstos en el protocolo de Kioto) es debido al cambio de carbón a gas del mar del Norte, que es menor emisor de CO2; Alemania (-17%) aún no alcanza sus compromisos de Kioto (-21%), pero la reducción de sus emisiones se debe en gran medida al hundimiento de la muy contaminante industria de Alemania del Este; Francia (-0,8%) cumple el objetivo (muy modesto) de estabilización de las emisiones que le asignó Kioto.

España ha aumentado sus emisiones el 49% hasta el 2004. El actual Gobierno ha tomado medidas desde el principio de la legislatura, traducidas en precios más realistas de la electricidad o el código de la edificación, y está elaborando la Estrategia nacional del Cambio Climático, pero será difícil que en el 2012 nuestras emisiones no hayan crecido más del 15% al que nos comprometimos.

Tanto en cantidad de gas de efecto invernadero por euro de PIB como por habitante, la UE-15 quince no ha reducido sus emisiones mucho más que Estados Unidos y la divergencia entre los dos lados del Atlántico se explica por el mayor dinamismo económico y demográfico de los americanos..., aunque las emisiones per cápita de EEUU sean todavía más del doble de las de los europeos.

De manera global, el conjunto de los países desarrollados han reducido el 3,3% sus emisiones con relación a 1990, lejos del 5,2% previsto por el Protocolo de Kioto y debido fundamentalmente al hundimiento de las economías del bloque soviético. Rusia y Polonia emiten actualmente un 30% menos que en 1990; Rumania, -41%; Ucrania, -55%. Pero con la reciente recuperación económica en estos países las emisiones han empezado a aumentar, invirtiendo por primera vez la tendencia a la baja observada desde 1990.

Las emisiones de los países del Sur, a los que no se les aplicó ninguna restricción en Kioto, crecen por encima de toda previsión. Entre 1990 y el 2004, las ocasionadas por los combustibles fósiles, las únicas que se conocen con precisión, aumentaron en un 76%. En China la evolución es más espectacular: un 108% desde 1990, el 15% sólo en el 2004. Las emisiones chinas eran en 1990 dos veces menores que las emisiones norteamericanas, pero las sobrepasarán este año, como ya han sobrepasado las europeas...

A la vista de esta situación, los objetivos aprobados por el Consejo son a la vez modestos y difíciles de cumplir. El PE pidió elevar el nivel de ambición europea, pero tampoco fue muy explícito sobre la forma de conseguir lo que se propone.

Pero por algo se empieza…, si el Consejo no hubiese alcanzado ese acuerdo estaríamos ahora otra vez lamentándonos de la impotencia y la crisis de la UE. Pero convertir los compromisos en realidades y recuperar el tiempo perdido será tan difícil que ningún Gobierno lo hará sin una fuerte presión de la opinión pública.
Publicado en la Estrella Digital