22 febrero 2007

Los científicos dicen a los políticos: “estamos calentando el mundo entre todos”


Richard A. Kerr

La última vez que el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) evaluó el estado del clima, a comienzos del 2001. El mundo se estaba calentando, dijeron, y la actividad humana fue probablemente conduciendo al calentamiento global. El comité especificó con una probabilidad mayor del 60 %, una confirmación de un anillo. Y cómo podrían ponerse de mal las cosas? Eso dependía basándose en una vigilancia de 20 años acerca de cómo la sensibilidad del sistema climático pudiera elevar los gases de invernadero. Dadas las incertidumbres el IPCC la recepción del informe del IPCC fue más bien discreta.

Con seis años de investigación posterior, el aumento de la confianza es obvia. El calentamiento resulta ya inequívoco. Los humanos son “muy probablemente” (más elevada que la verosimilitud del 90 %) quienes se hallan detrás de ese calentamiento. Y el sistema climático es muy improbablemente tan insensible como un simulador de calentamiento futuro poco consecuente.

Esta es la forma que se propuso trabajar, de acuerdo con el glaciacionista Richar Alley de la Un. de Pennsylvania, un autor importante del informe IPCC. “Los gobiernos del mundo dicen que los científicos, ahí van unos cuantos miles de millones de dólares y que todo vaya bien” Allen dice: “Ellos toman el dinero y 17 años después del primer informe del IPCC, van bien. Todavía es ciencia, verdad no revelada, se ha ido mejor y mejor. Pero, estamos poniendo CO2 en el aire, y esto cambia el clima.

Con tal afirmación, este IPCC puede realmente ir a cualquier lado, especialmente en la nuevamente receptiva Estados Unidos donde un pequeño grupo de científicos ha contestado fuertemente esos informes del IPCC. El coordinador jefe Gabriele Hegerl Univ. Dirham, ciertamente espera su informe “Quiero sociedades capaces de comprender que esto es un problema real y que afectará a la vida de mis hijos”.

Comenzando a trabajar

Creado por el World Meteorological Organization y la United Nations Environment Programme, el IPCC tenía el proceso para su cuarto informe de evaluación, cuarenta gobiernos nominados los 150 autores y 450 colaboradores. Autores de Climate Change: The Physical Science Basis. No hubo bloqueos el 75 % de los líderes nominados eran nuevos en ese papel, y un tercio de los autores consiguieron su graduación final en los últimos 10 años. Los autores revisaron sus capítulos por la totalidad de los asistentes, más de 600, se consideraron, además, 30.000 comentarios. Los autores respondieron a cada comentario, y los revisores certificaron cada respuesta. Con su borrador final los autores se reunieron en París, con 300 representantes de 113 naciones durante 4 días para compartir el trabajo, el vocabulario y preparar un resumen científico dirigido a los políticos.

El asunto del calentamiento fue quizás el aspecto más claro de todos. Para los que comenzaban, el aire está 0,74 ºC más caliente que en 1906, el calentamiento en el último siglo ha sido de 0,6 ºC según el último informe. “Once de los últimos doce años se hallan entre los 12 más calurosos en 150 años de registros. El calentamiento de las aguas oceánicas, la fusión de los glaciares, y la retirada en las cumbres nevadas refuerzan esta evidencia.

De modo que los autores del IPCC no quedaron impresionados por el argumento contrario de que el calentamiento es sólo “un efecto isla del calentamiento urbano”, conducción por el aumento del calor absorbido por el asfalto y el hormigón. Ese efecto es real, según dice el informe, pero tiene una influencia despreciable sobre el número global. Nuevos análisis basados en termómetros situados en la superficie de la Tierra miden más calentamiento que los sensores remotos de los satélites. Estudios de diferentes grupos han elevado el calentamiento determinado por los satélites reconciliando ampliamente la diferencia.

Este calentamiento fiable observado del globo no ha podido ser inducido sino por los humanos, eso es lo que nos indica el IPCC. Lo cierto es que los estudios de modelado han mostrado fuerzas naturales en el sistema climático, tal como la actividad volcánica y el brillo del sol han permitido el calentamiento en el pasado, como apuntan los escépticos. Y la natural elevación y descenso de las temperaturas han calentado el globo en ocasiones. Pero todas estas combinaciones de variaciones naturales no hubieran calentado el mundo lo suficientemente rápido, y durante tanto tiempo como para producir el calentamiento observado; nada es capaz de calentar el mundo como está concurriendo, salvo los gases de invernadero producidos en cantidades reales.

A partir de estudios a largo plazo, incluido la famosa curva hockey-stick del pasado milenio, el IPCC concluye que el calentamiento actual se aleja de lo ordinario. Varias líneas distintas de evidencia apuntan a una moderadamente fuerte sensibilidad climática. La erupción del Mount Pinatubo en 1991 espesó la estratosfera y enfrió el clima, proporcionando una galga de sensibilidad climática a corto plazo.

Los paleoclimatólogos han determinado como el sistema climático es capaz de conducir durante la ultima glaciación y como cambio el clima durante ese tiempo. Los modelos han convergido en unos rangos más estrechos de sensibilidad climática.

El IPCC concluye que ambos modelos y los cambios climáticos pasados apuntan a una adecuada sensibilidad del sistema climático. El calentamiento para un doble de CO2 “es muy improbable que sea menor que 1,5 ºC “ dice el informe, ni menos de 0,5 ºC favorecido por algunos contrarios. Una mejor estimación se halla en 3 ºC, con un rango probable entre 2-4,5 ºC.

¿Qué es lo siguiente?

Mirando hacia el futuro el informe proyecta un calentamiento de 0,4 ºC durante las próximas dos décadas. Que es casi tan rápido como el calentamiento durante los últimos 15 años, pero el 50 % más rápido que el calentamiento en los últimos 50 años. A finales de este siglo, el calentamiento global podría elevarse en cualquier lugar entre 1,7-4 ºC dependiendo de la cantidad de gases de invernadero emitidos. En algunas proyecciones del modelo el hielo del mar Ártico desaparecerá a finales de este siglo. Es muy probable que los calores extremos, olas de calor y fuertes precipitaciones sean cada vez más frecuentes. Sin embargo, las lluvias en los países de latitudes bajas disminuirán, haciéndose cada vez más secos.

En los asuntos más candentes el IPCC cae dentro del lado conservador. Ve evidencia de huracanes más intensos en el Atlántico Norte, algo que muchos investigadores contestan, pero pinta un paisaje oscuro en línea con los que plantean las reservas. Como en el llamado MOC (meridional overturning circulation) la cinta transportadora de las corrientes que entrega agua caliente al Atlántico Norte, no existe suficiente evidencia para decir si frenará el calentamiento global, de acuerdo con el IPCC, por el contrario, existe un informe que indica un 30 % de retardo (Science Nov 2006).

Pero el IPCC continua sobre el proyecto con una muy ligera reducción en el flujo MOC para finales de siglo, quizá del orden del 25 %. Contrariamente a la película de la catástrofe “The Day After Tomorrow” sin embargo, suponía un retardo del MOC no congelaría el Atlántico Norte. La región no estaría fría gracias al efecto invernadero y es muy improbable que el MOC caiga en este siglo según indica el informe.

El IPCC es completamente conservador, en la opinión de algunos portavoces científicos, cuando llegue la fatídica fusión de laminas de hielo en Groenlandia y la Antártida elevando probablemente el nivel del mar. Los hechos no lo desmienten. El océano se está calentando y por lo tanto expandiendo, manteniendo a los glaciares fundiéndose en el mar y Groenlandia fundiéndose en su costa. Esto no hace sino elevar el nivel del mar que subirá de 28-43 cm en este siglo, dependiendo de las emisiones que se realicen.

Se está también generalmente de acuerdo en que el IPCC deja un potencial importante, algunos glaciares drenan hielo de Groenlandia y el Oeste de la Antártida se ha acelerado en los últimos 5-10 años, doblando en algunos de ellos su velocidad. Pero esta aceleración de los glaciares no está incluida en el IPCC en la proyección a nivel de mar “ya que falta una base dentro de la literatura publicada” de acuerdo con el informe.

Esto no se ajusta bien con lo expresado por algunos investigadores como Stefan Rahmstorf, que ha publicado recientemente un artículo donde extrapolaba la subida a nivel de mar a un rango de 0,5 m hasta los casi desastrosos 1,4 m a finales de siglo. Días antes de la revisión del 2 de Febrero del informe IPCC, el y otros se declararon contrarios a las portavocías de los nuevos informes. Las secciones del IPCC sobre la elevación del nivel del mar no son evidentemente la historia completa ya que los bloques de hielo caen algo y es algo que no podemos modelizar bien en estos momentos, pero sabemos que sucederá”, Rahmdorf dijo a Associated Press “un documento como éste tiende a infraestimar el riesgo”. Y el día anterior de la revisión del IPCC, un segundo artículo apoyado por siete compañeros suyos fue publicado en Science El mar ha estado subiendo a la tasa más alta proyectada en los pasados informes IPCC, según indican los autores. El nivel de mar puede responder más rápidamente que los modelos de cambio climático”, escribieron.

Tales opiniones públicas han llegado a ser cada vez más comunes, el modelizador Michael McCracken del Climate Institute de Washington DC. Ahora que los contendientes han sido enfrentados con lo que dicen, los científicos se han vuelto cada vez más cautelosos con el IPCC.

Publicado en Science

21 febrero 2007

Energía y sostenibilidad

John P. Holdren*

El tema para la reunión de la AAAS (American Association for the Advancement of Science), que se ha celebrado en San Francisco los días 15-19 de Febrero de 2007 es “Ciencia y Tecnología para un bienestar sostenible”. El problema de la energía, el cual es el centro del número especial de Science está ligado a esta reunión constituyendo un elemento central de la malla de opiniones intercambiadas.
El bienestar presenta varias dimensiones: medioambiental, sociopolítica y cultural así como económica, y el objetivo del bienestar sostenible se encarga de la mejora de todas estas dimensiones, tanto en las formas como en los objetivos finales que son consistentes con mantener estas mejoras indefinidamente. Este desafío, incluye no sólo la mejora sostenible del estándar de vida de los países en desarrollo, sino también convertir en sostenibles prácticas que actualmente no lo son, manteniendo los niveles de vida de estos países desarrollados.
La capacidad de la civilización para cumplir este inmenso desafío depende claramente de nuestras fortalezas en ciencia e ingeniería. Pero también, depende de nuestras resistencias en ciencias sociales y tecnología social en la forma funcionar los negocios (empresas y trabajadores), gobierno y leyes así como en la voluntad de integrar todos estos elementos para conseguir el objetivo de un bienestar sostenible.
Ninguna parte de este desafío es más compleja ni más exigente que su dimensión energética. Esto es así debido, en parte, a que la energía está íntimamente relacionada con cuestiones de seguridad nacional e internacional y con muchos de los problemas medioambientales más peligrosos que van desde la calidad del aire interior hasta el cambio climático global, así como de la capacidad de cumplir las necesidades humanas e impulsar el crecimiento económico.
La multiplicidad e importancia de estas relaciones afectará a la energía incluso en un mundo donde la demanda fuera constante, pero este no es el mundo en que vivimos. Si continúa el crecimiento de la población y la rápida afluencia de esta a algunas zonas del globo terminará llevando a unas elevadas tasas de aumento en el uso de la energía que tendrá su repercusión en el cómputo total. Incluso si la eficiencia energética de la economía mundial, producto mundial bruto por unidad de energía, fuera a continuar aumentando a la tasa histórica a largo plazo de cerca de un 1 % anual, la realización de la población que ya está en el mundo y las proyecciones correspondientes cuadruplicaría la energía mundial durante este siglo.
En un mundo donde en la actualidad un tercio de la energía primaria procede del petróleo (dos tercios de la energía restante, además, están comprometidas en la región inestable de Oriente Próximo). El 80 % de la energía procede del: petróleo, carbón y gas natural (virtualmente todo el dióxido de carbono procedente de la combustión de estas fuentes va directamente a la atmósfera), la trayectoria energética de lo que ya se encuentra en marcha, no puede ser gestionada simplemente expandiendo lo que ya se está haciendo. Esta senda no es sostenible y a lo único que nos lleva es al desastre.
Los peligros de la dependencia del petróleo y el cambio climático, acoplados con una demanda de grandes aumentos en la disponibilidad per cápita de los servicios de energía, lleva a una transición temprana por una senda diferente. Estos requisitos incluyen una reducción en el crecimiento de la población global (alcanzable, afortunadamente, por medio que son deseables y a los que tienen derecho) y un énfasis fuerte en la mejora de la eficiencia tanto en la conversión de la energía como en su uso final (esta mejora puede suponer no un 1 % sino hasta un 2 % anual).
También se requerirá un aumento de la inversión, tanto pública como privada, para mejorar la tecnología en el suministro de energía. Necesitamos conocer el modo en que el dióxido de carbono proveniente de combustibles fósil puede ser fiablemente secuestrado de la atmósfera; así como que la energía nuclear pueda ser suficientemente segura en su funcionamiento y resistente a la proliferación nuclear, para que sea sustancialmente expandida en todo el mundo; y que una extensión de la producción del biocombustible puede ser aumentada sin experimentar un aumento que pueda resultar intolerable en la oferta alimenticia o en los servicios del ecosistema. Necesitaremos mejorar la disponibilidad de la luz solar para las necesidades energéticas de la sociedad.

*Director de la AAAS
Publicado en Science

15 febrero 2007

El clima cambiante sobre el cambio climático



Joseph E. Stiglitz

Parece ser que el mensaje finalmente prendió: el calentamiento global representa una amenaza seria para nuestro planeta. En el reciente Foro Económico Mundial de Davos, los líderes mundiales vieron cómo el cambio climático, por primera vez, encabezaba la lista de las preocupaciones globales.

Europa y Japón mostraron su compromiso para reducir el calentamiento global al imponerse costos a sí mismos y a sus productores, inclusive si esto los coloca en una posición de desventaja competitiva. El mayor obstáculo hasta ahora ha sido Estados Unidos. La administración Clinton había instado a una acción audaz allá por 1993, al proponer lo que en efecto era un impuesto a las emisiones de carbono. Pero una alianza de contaminadores, liderados por las industrias del carbón, del petróleo y del automóvil, repelieron esta iniciativa.

Para la comunidad científica, la evidencia del cambio climático, obviamente, ha sido abrumadora desde hace más de una década y media. Yo participé en la segunda evaluación de la evidencia científica realizada por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, que tal vez cometió un error crítico: subestimar el ritmo con que se producía el calentamiento global. La Cuarta Evaluación, que acaba de darse a conocer, confirma la creciente evidencia y convicción de que el calentamiento global es el resultado del incremento de los gases de efecto invernadero en la atmósfera.

El ritmo incrementado del calentamiento refleja el impacto de factores no lineales complejos y una variedad de "puntos críticos" que pueden derivar en la aceleración del proceso. Por ejemplo, a medida que se derrite el casquete polar del Artico, se refleja menos luz solar. Los cambios aparentemente dramáticos en los patrones climáticos -entre ellos, el derretimiento de los glaciares en Groenlandia y el descongelamiento del permafrost siberiano- finalmente convencieron a la mayoría de los líderes empresariales de que llegó la hora de pasar a la acción.

Últimamente, hasta el presidente Bush parece haberse despertado. Pero una mirada más atenta a lo que está haciendo, y no está haciendo, muestra a las claras que básicamente escuchó la llamada de sus contribuyentes de campaña de las industrias del petróleo y el carbón, y que una vez más antepuso sus intereses al interés global de reducir las emisiones. Si realmente le preocupara el calentamiento global, ¿cómo es posible que haya respaldado la construcción de centrales térmicas de electricidad alimentadas con carbón, aún cuando dichas plantas usen tecnologías más eficientes que las empleadas en el pasado?

Lo que se requiere, antes que nada, son incentivos basados en el mercado para inducir a los norteamericanos a utilizar menos energía, produciendo más energía con métodos que emitan menos carbono. Pero Bush ni eliminó los subsidios masivos a la industria petrolera (aunque, afortunadamente, el Congreso demócrata puede tomar medidas) ni ofreció los incentivos adecuados para la conservación de energía. Inclusive su llamamiento a la independencia energética debería ser visto como lo que es: -una nueva lógica para los viejos subsidios corporativos.

Una política que implique drenar las limitadas existencias de petróleo de Estados Unidos -yo lo llamo "drenar a Estados Unidos primero"- hará que Estados Unidos sea aún más dependiente del petróleo extranjero. Estados Unidos impone un arancel de más de 50 centavos de dólar por galón sobre el etanol basado en la caña de azúcar de Brasil, pero subsidia marcadamente el ineficiente etanol norteamericano basado en el maíz -de hecho, hace falta más de un galón de combustible para fertilizar, cosechar, transportar, procesar y destilar el maíz para producir un galón de etanol.

En cuanto al mayor contaminador del mundo, que se adjudica aproximadamente la cuarta parte de las emisiones de carbono globales, la reticencia de Estados Unidos a tomar medidas tal vez sea entendible, si no perdonable. Pero las afirmaciones de Bush de que Estados Unidos no puede permitirse hacer nada respecto del calentamiento global suenan huecas: otros países industriales avanzados con niveles de vida comparables emiten sólo una fracción de lo que Estados Unidos emite por dólar del PIB.

En consecuencia, las compañías norteamericanas con acceso a energía económica reciben una gran ventaja competitiva respecto de empresas en Europa y otras partes. Algunos en Europa temen que una acción estricta sobre el calentamiento global pueda ser contraproducente: las industrias que consumen energía de manera intensiva simplemente pueden trasladarse a Estados Unidos u otros países que le prestan poca atención a las emisiones, y hay mucho de verdad en estos temores.

Un hecho sorprendente sobre el cambio climático es que hay una escasa superposición entre los países que son más vulnerables a sus efectos -principalmente los países pobres en el Sur que no pueden permitirse encarar las consecuencias- y los países, como Estados Unidos, que son los mayores contaminadores. Lo que está en juego es, en parte, una cuestión moral, un asunto de justicia social global.

El Protocolo de Kyoto representaba el intento de la comunidad internacional de empezar a abordar el tema del calentamiento global de una manera justa y eficiente. Pero dejó afuera a la mayoría de los generadores de emisiones y, a menos que se haga algo para incluir a Estados Unidos y a los países en desarrollo de una manera coherente, será poco más que un gesto simbólico. Es necesario que haya una nueva "coalición de la voluntad", esta vez quizá liderada por Europa, -y dirigida a un peligro real.

Esta "coalición de la voluntad" podría acordar sobre ciertas normas básicas: prescindir de centrales térmicas alimentadas con carbón, aumentar el ahorro de combustible de los automóviles y ofrecer una asistencia dirigida a los países en desarrollo para mejorar su ahorro de energía y reducir las emisiones. Los miembros de la coalición también podrían ponerse de acuerdo en cuanto a ofrecer mayores incentivos a sus propios productores, a través de topes más estrictos sobre las emisiones o mayores impuestos a la contaminación. Luego podrían acordar imponer impuestos a los productos de otros países -entre ellos Estados Unidos- que son producidos de manera que innecesariamente contribuyen sustancialmente al calentamiento global. Lo que está en juego no es proteger a los productores internos, sino proteger al planeta.

El clima cambiante sobre el cambio climático les ofrece a los líderes políticos de Europa y otros miembros potenciales de esta "coalición de la voluntad" una oportunidad sin precedentes de avanzar más allá de la simple retórica. Hoy es el momento de actuar.

05 febrero 2007

Cambio climático: problema y oportunidad global

José Borrell

Las evidentes alteraciones climáticas de este atípico invierno han catapultado la cuestión del cambio climático al primer plano de la actualidad.
Y la lucha contra el calentamiento atmosférico se impone como una realidad global que afecta a todos, incluido al señor Bush.
En efecto, el presidente que despreció olímpicamente el Protocolo de Kioto dedicó, hace algunas semanas una buena parte de su discurso a la Nación a la cuestión del medioambiente y las economías de energía. Un importante cambio de posición.
En Estados Unidos, se empieza a tomar conciencia de que su actual pauta de consumo de petróleo, que con el 5 % de la población mundial consumen el 45 % de la producción mundial de petróleo, no puede continuar. Y los medios empresariales empiezan a pensar que hay mucho dinero que ganar en la lucha contra el cambio climático y que Bush, por su testarudez, se ha convertido en un obstáculo.
Y es que el calentamiento global y la búsqueda de soluciones para descarbonificar la energía se ha convertido en un problema global y una cuestión de sociedad de la que se habla y discute en todos los foros, pero también en una oportunidad, ya que podría ser un instrumento de reactivación económica.
Así pues, 15 años después de la Conferencia de Río, se ha producido un gran cambio en las actitudes frente a un riesgo que se confirma y del que ya no se habla sólo en términos de costes, sino también de oportunidades.
Este cambio es de una enorme importancia. La batalla de las ideas parece ganada y ahora debe ser más fácil actuar en consecuencia. Sobre todo para preparar el después de Kioto a partir de 2012, introduciendo medidas más coercitivas y un mayor grado de coordinación internacional.
En realidad, las medidas previstas por el Protocolo de Kioto no habrán conseguido, en el 2012, sino disminuir ligeramente las emisiones de los países desarrollados firmantes y apenas inflexionar las de los países emergentes. Es necesario pasar a una velocidad superior y, sobre todo, incorporar a Estados Unidos, el mayor emisor de gases de efecto invernadero así como a los países emergentes India y China.
Los esfuerzos de Europa son muy importantes pero hay que ponerlos en la perspectiva de su dimensión relativa. El norteamericano medio genera 20 Tm de carbono equivalente al año; el europeo 10; el chino 4; y el hindú 2. Es evidente que no se les puede exigir las mismas responsabilidades a unos y otros ni someterles a las mismas restricciones.
Pero el rápido desarrollo de los países emergentes debe ser tenido en cuenta en el balance global. Al ritmo actual, China será dentro de diez años la mayor generadora de gases de efecto invernadero.
Ahora bien, estas expectativas de evolución no eximen a los países desarrollados de hacer el mayor esfuerzo, todo lo contrario.
Pero lo importante es tomar clara conciencia de que sin una ruptura tecnológica mayor en las formas de producir y consumir energía no será posible a la vez mantener el nivel de vida de los países desarrollados, impulsar el desarrollo de los emergentes y, al mismo tiempo, evitar el calentamiento atmosférico y sus consecuencias.
La semana pasada el Grupo Internacional de Expertos sobre el Clima, publicó su cuarto informe que confirma el papel de la actividad humana en el aumento de las temperaturas y la previsión de que continuarán aumentando sensiblemente. Las cifras que se avanzan no son muy diferentes de las anunciadas antes, pero son mucho más creíbles que nunca.
El calentamiento global del planeta y sus efectos de cambio climático son un problema que nos afecta a todos, cualquiera que sea la responsabilidad de unos y otros en su origen.
Estamos antes una tarea colosal pero llena de oportunidades. Las economías y sociedades del siglo XXI se construirán sobre la descarbonificación de la energía, el abandono de los hidrocarburos, las técnicas de secuestro del CO2, la mejora de la eficiencia y eficacia energética y el desarrollo de todas las formas de energía renovables.
La energía nuclear, como el gas, puede desempeñar un papel en la transición que tendrá que ser debidamente analizado, pero no puede ser la solución a escala planetaria.
La elección no es entre crecimiento y medio ambiente, entre crecimiento y cambio climático, porque los procesos de innovación tecnológica y de conciencia social nos pueden permitir hacer de la defensa del medio ambiente un poderoso impulso al crecimiento económico que necesita una gran parte de la Humanidad para salir de su pobreza.

Publicado en El Siglo 2007